Un triduo pascual muy especial: conviviendo con los misioneros paules de Puerto Cortes

Hace ya unos meses que aterricé en Honduras para poder vivir una experiencia de misión. Desde que tengo uso de razón he tenido mucha inquietud misionera, potenciada por la figura de nuestro querido San Francisco Javier, mi formación escolar con los Padres Claretianos y un entorno familiar propicio para cultivar la fe y la caridad. Siempre había querido conocer y palpar la vida de los misioneros, pero no ha sido hasta este año (movido sobre todo por el Espíritu Santo) que gracias a la delegación de misiones de Navarra he podido responder a este llamado extensible a todos los cristianos: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio» (Mc 16,15).

Actualmente, me encuentro en el municipio de Copán Ruinas (Honduras), de la mano de ACOES, la misión fundada por el Padre Patricio, sacerdote español, hace más de 30 años. Mi labor aquí es la gestión de una casa de chicas de entre 15 y 18 años, que vienen de sus comunidades rurales a continuar sus estudios y viven con nosotros bajo cuatro pilares fundamentales: espiritualidad, colaboración, estudio y convivencia. También, desde la casa, se gestionan 7 comunidades de maestro en casa, un centro infantil, más de 170 alumnos becados y se atienden puntualmente a los ancianos más necesitados del Departamento de Copán.

Aprovechando que la mayoría de las chicas de la casa iban a celebrar la Semana Santa con sus familias, decidí ponerme en contacto con el P. Iván Juarros, C.M. para poder celebrar estos días tan especiales con ellos. Había conversado previamente con Iván por medio del teléfono, pero nunca habíamos llegado a coincidir personalmente. Antes de venir a Honduras me comentaron de la misión de los Vicentinos, pero como Puerto Cortes queda algo lejos, no había podido ir a conocerla. Comentaba con los padres que hace un año jamás hubiera imaginado pasar la semana Santa con una comunidad en una lejana ciudad de Honduras a más de 8500 kilómetros de casa… ¡las cosas de Dios!

Poder conocer el carisma de San Vicente de Paul (del que apenas conocía algo antes de llegar) y celebrar estos días con una comunidad ha sido un auténtico regalo. Desde el momento que llegué fue como llegar a casa. Los padres vicentinos me brindaron una excelente acogida, me enseñaron los proyectos, me asignaron una habitación y cuidaron todo detalle para que me sintiera cómodo.

Aunque solo he podido compartir tres días con ellos, han sido muy completos y enriquecedores. Conocí los proyectos que mantienen, acudí a las celebraciones en las comunidades garífunas e incluso compartí el encuentro vocacional con los adolescentes de la parroquia. Poder convivir y celebrar la Pascua de Resurrección este año ha sido una doble alegría.

Solo tengo palabras de agradecimiento para una comunidad que me acogió como uno más, me enseñó la misión vicentina y celebré con ellos el triduo Pascual y la alegría de la resurrección. También me vine de vuelta a Copán con tarea: un libro sobre el fundador, San Vicente de Paul y su directa relación con la misión. ¡Un auténtico lujo! Muchas gracias por tanto, ¡nos volveremos a ver!

Podéis ver más fotos aquí: Extraído de: http://pauleszaragoza.org/vivir-una-experiencia-de-mision-en-honduras/





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