El miércoles pasado celebrábamos la festividad de los Fieles Difuntos.
Aquí tienen la costumbre (a excepción de los evangélicos) de ir a asear y coronar las tumbas de los familiares que han fallecido. Como estaba en el crematorio con los niños decidí acompañar a una familia. Es una familia a la que doy clase y me invitaron a acompañarles. Fue una suerte poder compartir con ellos este momento. Hubo tres cosas que me llamaron mucho la atención:
1. Solo iban los varones, las mujeres se quedaban en casa.
2. Las tumbas no estaban en el cementerio (solo las de la gente con más recursos), sino en un terreno pegado a él. Hay diferencias sociales hasta después de muertos...
3. Una gran cantidad de tumbas era de chavales muy jóvenes, un porcentaje significativo. Las causas podéis imaginarlas...
Aunque iba un poco asustado fue una experiencia súper chula de compartir con la comunidad e involucrarme en la vida de estas familias.
La segunda anécdota es realmente curiosa y merece un post aparte.
Adri jugaba a rugby en España y empezó a entrenar a un equipo de rugby con ACOES, con niños y jóvenes de zonas marginales. No sé muy bien como, pero le vieron entrenar y le ofrecieron ser el seleccionador nacional de Honduras (estas cosas solo pasan aquí).
Hoy le he acompañado al entrenamiento con la intención de ir a las instalaciones a hacer algo de deporte. He acabado entrenando con ellos, como uno más del equipo. El nivel del equipo no debe ser muy alto jeje. Un día de estos le digo que nos escriba y nos cuente su experiencia.
Lo último que quiero contaros en este post un poco raro es una iniciativa que me ha parecido genial de ACOES.
Emilio es un voluntario español que lleva aquí 7 años, de hecho es paisano nuestro, de un pueblito muy cercano a Echauri. Emilio es ingeniero textil y ha dedicado toda su vida a la fabricación de telas. Cuando se jubiló decidió venir a echar una mano y en colaboración con algún hondureño, hicieron un taller de mochilas y otros accesorios.
Las trabajadoras son madres solteras, con escasos recursos económicos y generalmente víctimas de malos tratos. Son un grupito de 12 y ellas solas fabrican las más de 3000 mochilas que se reparten a los niños y jóvenes becados del proyecto. Como veis este proyecto es todo un ecosistema propio y la verdad que las mochilas ¡Son realmente bonitas! Grandes iniciativas que mejoran la vida de las familias hondureñas.
Un fuerte abrazo desde Honduras!!
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