El florecer de la cultura. Una reflexión que nos regala Lucia.

Buenas tardes amigos!

Hace ya unos días que comenzábamos el adviento, el tiempo de prepararnos para la Navidad. Un tiempo que se nos regala para irnos transformando, ir mejorando y en definitiva ser mejores personas (y mejores cristianos los que abrazamos la fe). Entre los cuatro amigos que estábamos por aquí decidimos que sería guay poder hacer un calendario de adviento entre todos. Nos pusimos a la obra y nos quedaron un montón de buenas acciones que hemos ido haciendo día a día.

Uno de estos días, la misión era poder escribir un texto que ayudase a los demás y compartir a través de un escrito. Lucia ya está en España, pero me envió esta reflexión contando sus sensaciones acerca de la cultura en Honduras. La verdad que me hizo mucha ilusión recibirlo y estoy encantado de poder compartirlo con vosotros.

Por contextualizar un poco, Lucia, Lu o Luci, es trabajadora social, máster en Innovación Social y vino a Honduras a realizar una experiencia de cooperación internacional con las Becas MAS de la Universidad de Salamanca. Si mal no recuerdo, es su primera experiencia de este estilo y pudimos aprender muchísimo de ella. Como veréis en el texto, ella tiene mucha habilidad para observar y plasmar, de una manera reflexiva, lo que ve, con un estilo muy propio. Espero que os guste ;)

"Honduras hay una, pero puede ser muchas. Cambia según con quién la pasees, con quién te la comas, con quién la bailes. Pero también hay muchas otras que dependen de si el contexto social y político te permite pasearla, de si puedes comer o incluso de si puedes (sabes) bailar.

Al llegar, me imaginé aterrizando en un paisaje sin flores. No por la falta de flora, -que es absurdamente infinita- sino porque este contexto, este no poder comer o poder sentirte libre pudiera asemejarse de alguna manera a la ausencia de primavera en el alma de los hondureños. Hoy que aterrizo en España, en lo que más me reafirmo es en que la capacidad de florecer va más allá de eso, por mucho que siempre lo determine. Que el ambiente -lo que podemos entender como cultura- condiciona y atraviesa a la sociedad en todas sus facetas.

Miguel, me dijo que por qué no escribía sobre esto: cómo la cultura o la ausencia de la misma (si es que eso existe) puede influir en esta sociedad catrachita (hondureña) de la que ahora me alejo físicamente.

 Pues bien, parto de la idea de la cultura como herramienta esencial con la que construir espacios donde podamos sentirnos parte de la sociedad; una forma de acercar a las personas a la concienciación y la acción sin que siquiera se sepa que se está acercando. La cultura sirve para transformar, crear una identidad colectiva. Por ejemplo, una obra de teatro en la que aparece una mujer o un niño en situación de vulnerabilidad o exclusión, te puede hacer asimilar o entender esa vivencia. Si lo piensas así, la cultura sirve para hacernos entender a la sociedad en su conjunto y, a su vez, va a enriquecer tu entendimiento de lo que somos como sociedad y como ciudadanas. En este caso, que exista una falta de recursos enorme en gran parte de la ciudadanía hondureña nos puede ayudar con este entendimiento y con el poder que ejerce sobre la cultura. El no acceso a la educación, el arte, la libertad de expresión o de movimiento explican el casi inactivo movimiento del tejido social de la sociedad hondureña a día de hoy.

El hecho de que nos hayan educado en pensar que la política la hacen tres o cuatro personas en un parlamento en lugar de ser algo que nos pertenece a toda la ciudadanía, forma parte de esa cultura amedrentada que no se asocia para reclamar algo que le es propio; cuando en realidad tanto la cultura como la política son las que determinan nuestras formas de organización. Que las personas estén desposeídas de la idea de política y de la cultura como algo propio hace que se relacionen con la sociedad desde la frustración, el miedo o la culpa; y no desde la acción o la curiosidad. Lo que más me sorprende de la culpa es que la podemos sentir incluso antes de poder hacer algo mal o incluso antes de hacer nada. Cuando uno no se siente juzgado, no se limita a la hora de descubrir cosas nuevas. Tener un entorno super afectivo y cuidador, que no nos haga sentir esa culpa, nos da la ligereza de saber que hay libertad en la curiosidad, en crear nuestra propia identidad, nuestra pertenencia.

Es muy complicado luchar contra un sistema que no se posiciona ante el machismo, el neoliberalismo o que perpetúa los sistemas de poder. Se refleja a través de cuerpos enfermos, cuerpos entristecidos, deprimidos, que a pesar de poder llegar a ser flores, no pueden terminar de hacerlo. Porque cuando una de las intencionalidades de los gobiernos es situar la cultura en la periferia en lugar de abogar por enraizar y hacer germinar esa identidad y ese conocimiento de lo que rodea a las personas, provoca cuerpos infelices. 

Pero yo he visto esos cuerpos, y cuando les entra la cultura dentro, ¡ay, cómo florecen! Honduras hay una, pero puede ser muchas. Cambia según con quién la pasees, con quién te la comas, con quién la bailes. 

Solo necesita regarse."

Un fuerte abrazo familia, nos vemos pronto!


Lucia y yo en Valle de Ángeles

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