¿Sueños? Una reflexión sobre las comunidades.

    Vamos atravesando un frondoso bosque tropical. Los colores son de una intensidad incalculable, parece que hemos puesto el contraste y la saturación al máximo en nuestra retina. Las ruedas del coche van dejando una visible huella en la tierra y la arena de estos caminos. Atravesamos un par de ríos y vamos alcanzando mayor altitud. Ahora el paisaje ha perdido los árboles, se llena de cultivos de café, maíz y frijoles. Sin embargo la exagerada gama cromática verde se mantiene.  Es lo más parecido que he visto nunca a la selva.

Buenas noches amigos! ¿Qué tal estáis?

    Realmente el contacto con las comunidades indígenas es una experiencia vital indescriptible. Cuando uno entra en contacto con estas aldeas es lo más parecido a retroceder en el tiempo. No sé si equivale a 50, 100 o 500 años, pero a uno le da la sensación de volver atrás. Es como adentrarse en esa España que narraban nuestros abuelos o quizá varias generaciones antes de ellos.

    Siempre que llegamos a una de ellas, se me mezclan varios sentimientos. El primero de ellos es emoción. Emoción por conocer una realidad nueva, nunca antes imaginada en mi mente. Un mundo completamente distinto, donde se vive el día a día y los acontecimientos naturales son de máxima importancia (para bien o para mal, claro esta). Supone vivir de una forma distinta, recuperar los hornos de leña, comer exclusivamente lo que da la tierra en el fragmento de tierra adyacente a la casa, ducharse con agua de la lluvia e ir al baño en una letrina. Siempre agradezco el clima caliente de estos países, si no sería imposible no sufrir el frío, teniendo en cuenta las paredes de barro, los techos de lámina de aluzinc (o de paja en su defecto) y la ausencia de ventanas.

    La otra emoción, que es a la que va dedicada este post, es la tristeza que me invade. Igual sea por mi mentalidad y la educación que hemos recibido en nuestra sociedad, pero siempre me planteo que sueños tienen estas personas, que aspiraciones vitales, que proyecto de vida anhelan. 

    En nuestros colegios se repite mucho la pregunta: "Y tú... ¿Qué quieres ser de mayor?". La mayoría de niños y niñas responden que médicos, profesores, futbolistas, youtubers, astronautas, bomberos... pero todos tienen una respuesta, o por lo menos la oportunidad de planteárselo. Aquí en cambio les pregunto y ninguno de ellos tiene una respuesta, de hecho la gran mayoría de ellos no entienden la pregunta que les estoy haciendo. Muchos de ellos se cuestionarán que hace este gringo que trae arroz y habla con los profesores, haciendo estas preguntas tan raras.

    Siempre el camino de vuelta se me hace agridulce por esta cuestión. No sé si no tienen sueños, si no tienen la oportunidad de planteárselos o si no necesitan plantearse esto. Sé que en gran parte por el colegio y por mi vinculación a los scouts, los grupos de fe... siempre he tenido muy claro la importancia de hablar con los niños y jóvenes de la VOCACIÓN. La vocación entendida como esa respuesta al plan de vida, a qué quiero hacer con ella, dónde la quiero entregar, cómo responder a esa llamada que mi corazón anhela. Hay un fuego dentro que nos llena desde niños. 

    Ayer lo comentaba con una de las chicas de la casa durante la comida. Al fin y al cabo, ellas vienen de esta realidad y cuando se incorporan al proyecto se les abre un infinito abanico de posibilidades. Para muchas de ellas, una suerte, pero algunas de ellas nunca llegarán a habituarse. Ella me comentaba que cuando nace una chica en la comunidad, con suerte podrá estudiar hasta sexto, alguna excepción hasta noveno. Enseguida les toca cuidar de sus hermanos, ayudar en la casa y, la gran mayoría, a los 15 años ya son mamás. Muchos de estos embarazos tienen detrás historias que uno ni se imagina, y realmente desgarran el alma. La vida de estas chicas ya está escrita: madrugar para preparar el desayuno, asear la casa, cuidar de los hijos, lavar la ropa y preparar las comidas para los hijos y el marido. Día tras día. Y así, siempre.

    Esta claro que solo hay una forma de salir de este bucle, de poder mirar un poco más lejos, de explorar nuevos horizontes y no es otra, que se les brinde una buena educación.

    Hace unas horas salíamos de una reunión de cooperantes por la educación en el ayuntamiento de Copán Ruinas. Realmente es impactante la cantidad de niños que no pueden acceder a una educación de calidad (viven en zonas muy aisladas, falta de recursos, los padres no le dan importancia...) y esto no les permite poder tener un mínimo de libertad para poder escoger en su vida. Y la situación de las niñas y mujeres es mucho más dura.

No sé si estos niños no tienen sueños o, tal vez, nunca les han dejado soñar.

Un fuerte abrazo desde tierras catrachas. Nos vemos!



Colegio de ACOES en la comunidad de "El Carrizalón".




Comentarios

  1. Miguel, cada granito de arroz que se pueda aportar es importante y tu llevas muchos en esos "saquitos de arroz" que llevas a las comunidades que visitas. Una gran tarea

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    1. Casi siempre el gran beneficiario de esos "saquitos de arroz" soy yo. ¡Cuanto podemos aprender de esa sencillez! Bienaventurados una y otra vez 🙌

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  2. Que bueno leerte cariño! Un abrazo fuerte desde miles de km de distancia✨🌍🧡👣

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