Un poco de literatura.
Tras vivir una muy feliz Semana Santa, rodeado de los suyos, le tocó volver a las Galileas. Galilea supone un nuevo origen, volver a comenzar, aferrarse a lo que a uno siempre le ha salvado de ser un barco a la deriva o un náufrago sin rumbo fijo.
¿Dónde podía apoyarse el joven peregrino si todos sus pilares vitales se tambaleaban? ¿Dónde buscaría un puerto en tierra firme en el que volver a encontrarse? Lo más profundo de su alma estaba resquebrajado, herido de muerte y sin una aparente cura a medio plazo. ¿Qué hacer cuando la vida cae como castillo de naipes que ha costado esfuerzo y sacrificio construir?
No encontraba su lugar, su futuro y el tiempo corría apresuradamente en su contra. En unos pocos días le tocaría enfrentar difíciles decisiones para las que no estaba preparado para asumir. Le amenazaba un torbellino de emociones poco agradables, que le zarandeaban de lado a lado y reducían su uso de la razón. Estaba superado por sus sentimientos, agarrotado en su propio pensamiento y no encontraba una salida a su honda angustia.
¿Dónde había quedado aquel muchacho alegre, convencido, con las ideas claras y el amor por bandera? Apenas se intuía la figura cuando caminaba, así que deció empezar a correr, para huir de sus pensamientos. Su persona se iba reduciendo, a medida que no encontraba el justo sentido de su sufrimiento. Él no sabía que había hecho mal, en que había fallado para merecer este desasosiego que le inundaba por dentro.
Era momento de apoyarse en los suyos, de acudir con su pensamiento a su familia, sus amigos... Su soledad no le permitía poder compartir presencialmente esta amarga noche oscura que rondaba por su sujeto.
Cuando llegaba la noche se tapaba con su cobija, aguantaba las ganas de fugarse en busca de algo que desconocía y volvía a redescubrir el sentido de su misión. En su corazón sonaba con fuerza, como un eco latente, la cita que había leído en su adolescencia en una de las paredes que frecuentaba en los suburbios de su ciudad: "El amanecer es siempre esperanza para el hombre"
Se consolaba pensando que no estaba perdido, que solo estaba buscando, pero su corazón andaba dando tumbos, ansiando lo que tanto amaba y tanto le dolía perder.
(Extracto de Javier Chortí)
Aquel muchacho de profundas convicciones y alma grande volverá a sonreír con más fuerza, si cabe.
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